¿Cómo obtener un compost de calidad?
Obtener un compost de calidad no es fácil. Menos aún a escala colectiva o industrial. Entonces, ¿cómo se pueden compostar grandes volúmenes de biorresiduos sin molestias ni olores, y con facilidad?
El compostaje, ya sabes: un contenedor en el fondo del jardín, lleno de peladuras y recortes de hierba, y que se encuentra 12 o 18 meses después lleno de compost listo para ser esparcido en el huerto.
Sin embargo, obtener un compost de calidad no es nada fácil, sobre todo a escala colectiva o industrial. El apilamiento de la materia orgánica o el llamado compostaje "superficial" (que incorpora los residuos al suelo de forma superficial) no permite que la materia se descomponga adecuadamente.
Con estos métodos, incluso se corre el riesgo de que los biorresiduos, envasados en un entorno sin oxígeno, produzcan metano. El metano es un gas que tiene 25 veces más poder de calentamiento global que el CO2. Es una pena, ya que el compostaje se ajusta plenamente al enfoque ecológico de la economía circular.
¿Qué es el compost de calidad?
El compost es básicamente humus. Como el que se encuentra en la maleza, bajo la alfombra de hojas muertas, y que tiene ese olor característico de los paseos otoñales.
El humus es el resultado de la descomposición de la materia orgánica en un ambiente aireado y húmedo. El nitrógeno y el carbono, que constituyen la mayor parte de los biorresiduos, son asimilados y transformados en energía por una fauna increíble: insectos, miriápodos, cochinillas, gusanos, ácaros, bacterias, mohos, levaduras, microalgas, etc. ¡Así es como las hojas que caen de los árboles se transforman en humus cada otoño!
Cuando el compost se crea mediante el compostaje, el proceso está más controlado para obtener un resultado controlado. El compost maduro, listo para su uso, es de color marrón o negro. Su aspecto es homogéneo, sin grumos, y se puede desmenuzar y extender fácilmente. Es estable, con una relación carbono/nitrógeno estabilizada de 10-15, lo que significa que ya no contiene nitrógeno asimilable por los microorganismos. También está higienizado, es decir, libre de cualquier agente patógeno y de semillas de malas hierbas (las famosas malas hierbas).
¿Qué elementos se encuentran en un buen compost?
Cuando se aplica el compost al suelo o a los cultivos, se obtienen dos beneficios principales: la fertilización y el acondicionamiento del suelo.
Fertilización: es la capacidad del compost de aportar nutrientes asimilables por las plantas. En otras palabras, para alimentarlos directamente. Estos elementos fertilizantes se aportan en forma orgánica: nitrógeno (N), fósforo (P), potasio (K) y magnesio (Mg), así como diversos oligoelementos en cantidades muy pequeñas.
¡Cuidado! Aunque estén presentes en masa en el compost, estos elementos tienen un bajo poder fertilizante. Menos del 10% del nitrógeno suministrado está disponible en el primer año, y alrededor del 30% al 40% del fósforo.
Esto no significa que el uso del compost sea inútil, sino todo lo contrario. Pero su valor enmendador es mucho más interesante que su valor fertilizante. Almacena materia orgánica en el suelo y, por tanto, a largo plazo, estimula su actividad microbiana, mejora su estructura y su capacidad de retención de agua. Con el compost, primero se nutre la tierra para alimentar a la planta.
El compost tiene un fuerte efecto de enmienda orgánica: 1 tonelada de compost proporciona aproximadamente 300 kg de materia orgánica, es decir, 216 kg de humus, para un índice de estabilidad de la materia orgánica (IMO) del 72%).
Es precisamente este indicador, el ISMO, el que permite medir la calidad de un compost. Indica el porcentaje de compost que se convertirá en materia orgánica estable, es decir, en humus. Cuanto más alto sea este índice, más estable es la materia orgánica y más difícil es su degradación, por lo que el suelo es más rico.
El compost de calidad es, por lo tanto, un compost que tiene un alto OMSI y, en menor medida, contiene nutrientes que pueden ser asimilados por las plantas.
¿Qué se necesita para hacer un buen compost?
El compostaje es un proceso vivo. Para hacer un buen compost, hay que crear las condiciones adecuadas para la vida microbiana. Estas condiciones son bastante sencillas: se necesita carbono orgánico, suficiente aireación y humedad constante.
Residuos ricos en carbono
Para producir un compost de calidad, lo primero que hay que hacer es utilizar un material de partida equilibrado en nutrientes para los microorganismos, que pueda promover una buena fermentación.
Los materiales orgánicos están compuestos principalmente por nitrógeno y carbono. La relación entre el carbono y el nitrógeno, denominada C/N, determina el potencial húmico del compost, es decir, su capacidad de generar humus. Cuanto mayor sea la relación C/N, más lentamente se degradará el compost y proporcionará un humus estable. Para una actividad bacteriana óptima, la relación C/N debería estar idealmente entre 25 y 35, es decir, entre 25 y 35 veces más carbono que nitrógeno en la materia orgánica que entra en el compost.
Los biorresiduos ricos en carbono son materiales leñosos como ramas, madera, mazorcas, hojas muertas, serrín o cartón. Por otro lado, los materiales blandos y húmedos, como los recortes de césped frescos, los lodos, los efluentes y las cáscaras de frutas y verduras, son ricos en nitrógeno.
La carne y las proteínas animales ya tienen una relación C/N satisfactoria. Se pueden añadir sin preocuparse de las raciones de carbono y nitrógeno. Los restos de la cocina, incluyendo la carne y el pescado, también son bienvenidos en el compost. Como toda la materia orgánica, acabarán por descomponerse.
Sin embargo, en los compostadores de madera es preferible no poner carne para evitar malos olores y plagas. En cambio, en los compostadores electromecánicos es perfectamente posible tirar todos los restos de platos y de preparación de alimentos, ya que el proceso de higienización evita este tipo de disgustos.
Agua
El agua es esencial para la vida y para el compostaje. Es el agua la que permite que las bacterias, los mohos, las lombrices y otros insectos vivan en el compost. El compost de buena calidad es ligeramente húmedo. Si está demasiado seco, la mezcla se calienta y carboniza la materia orgánica.
Pero ten cuidado de no pasarte de la raya. Si la mezcla está demasiado húmeda, el proceso de fermentación no tiene suficiente oxígeno: sintetiza metano y conduce a la putrefacción. Al final, el compost es de peor calidad.
Se estima que el contenido de humedad ideal oscila entre el 40% y el 70% en masa, dependiendo de la fase de compostaje. Se puede controlar, sobre todo en un compostador electromecánico que tomará medidas.
Aire
Al igual que el agua, el aire es esencial para las bacterias que descomponen la materia orgánica. Su acción debe tener lugar en condiciones aeróbicas, es decir, en presencia de oxígeno.
En ausencia de oxígeno, estamos en condiciones anaeróbicas: ya no tenemos la degradación deseada, sino una simple fermentación, fuente de malos olores y metano.
Para tener un compost bien aireado, hay dos posibilidades, que se pueden combinar:
- o bien, incorpora residuos verdes que dejen pasar el aire, como paja o madera triturada.
- o bien, el compost se airea mecánicamente con regularidad, es decir, se voltea o se mezcla. Esto puede hacerse con una simple horquilla en un jardín, o con herramientas más potentes y automatizadas cuando el compostador tiene un buen tamaño.
Acidez controlada
Para crear las condiciones adecuadas para la degradación de los materiales carbonosos, es preferible tener un entorno más bien neutro. El pH varía en función del tipo de residuos del compost y de su madurez. Si los materiales utilizados son muy ácidos, se puede añadir calcio durante el proceso de compostaje para reforzar la alcalinidad del medio.
Si necesita garantizar la calidad del compost al final del proceso, puede ser necesario saber qué residuos va a echar. Por ello, UPCYCLE asiste a la mayoría de sus clientes en la identificación de los biorresiduos producidos, con el fin de establecer la mejor receta de compostaje y garantizar la calidad de la producción de compost.
Una temperatura controlada
El compost aumenta naturalmente su temperatura durante los primeros días. Puede alcanzar entre 60 y 70°C debido a la actividad de las poblaciones microbianas que liberan calor.
El mantenimiento de altas temperaturas permite higienizar el material a compostar, es decir, eliminar patógenos, enfermedades (salmonela) y plagas (huevos de helmintos, por ejemplo). También puede destruir o inhibir la germinación de ciertas semillas, como las de las malas hierbas.
A temperaturas inferiores a 45°C, la supervivencia de la mayoría de los gérmenes es de 180 a 240 días. Entre 45 y 55°C, su supervivencia no es muy buena.
A temperaturas inferiores a 45 °C, la mayoría de los gérmenes sobreviven entre 180 y 240 días. A temperaturas entre 45 y 55°C, sólo sobreviven unos días. Una temperatura de 55°C durante varios días reduce el riesgo a casi cero.
Si produce más de 1 tonelada de compost al día, deberá obtener un permiso sanitario. Este último está condicionado a un compostaje que respete el binomio tiempo/temperatura (más de 55° durante 2 semanas). A continuación, tendrá que aportar la prueba de esta higienización.
Por debajo de este umbral de producción, no está obligado a obtener esta autorización para distribuirlo localmente. Sin embargo, algunos de sus socios (viveristas, gestores de espacios verdes) pueden pedirle que aporte pruebas de su higienización.